jueves, 14 de abril de 2016

No me gustan las mentiras

-No me gustan las mentiras.
-¿No se te da bien mentir?
-En realidad supongo que es por miedo.
-¿Miedo a que te cojan?
-No, no es eso.
-¿Entonces qué?
-El problema es que se me da demasiado bien.
-Ya. ¿Y eso es lo que te da miedo?
-Lo que temo es no poder volver a recordar qué es verdad. Tampoco me gusta la violencia.
-Vaya. Creo que empiezo a entender tu miedo.
-No es una sensación agradable.
-No, no lo es. Te gusta la verdad. ¿Aunque dé miedo?
-Supongo que sí.
-No lo dices muy convencido. Al fin y al cabo, ¿qué es la verdad, no? Quiero decir, todo depende del punto de vista, ¿no?
-Los puntos de vista dependen de los puntos de vista y los hechos son los hechos.
-¿Sin relación?
-Los hechos se observan desde un punto de vista.
-Por eso, sólo tenemos un trozo de esa verdad. Hay muchas verdades.
-Hay muchos puntos de vista.
-¿Y cuál es el correcto? Todos creen tener razón.
-Todos los que no mienten. Y no hay tanta gente honesta.
-¿Crees que dos personas honestas no pueden tener un punto de vista opuesto?
-Claro que sí. Uno se puede equivocar. Incluso se pueden equivocar los dos.
-O podrían estar los dos en lo correcto.
-No, no creo. Si estuvieran los dos en lo correcto creo que acabarían por darse cuenta.
-¿De qué, exactamente?
-De que están viendo lo mismo desde dos puntos vista distintos.
-¿Y qué diferencia esos puntos de vista?
-La información. Los hechos. La verdad.
-Y las mentiras.
-Sí, también las mentiras.
-Y no te gustan las mentiras.
-Eso es.
-¿Tú no mientes nunca?
-Eso no es lo que he dicho.
-Vaya, esto pone las cosas interesantes.
-¿Crees que te he mentido en algo?
-Bueno, si mientes tan bien como dices, tendré que pensar que no me habría dado cuenta.
-Si no te hubiera mentido, tampoco te darías cuenta.
-Ya veo. Supongo que tendré que concederte el beneficio de la duda.
-¿Quiere decir eso que dudas de mí?
-De todos y de todo. No es nada personal.
-Sólo negocios.
-Bueno, aquí todo son negocios, ¿no?
-Todo, nada, siempre, nunca. Son palabras muy grandes.
-Ya veo. Tú eres diferente. No es que todos seáis iguales. Es que sois todos diferentes. Igual de diferentes.
-No me considero especial.
-Que alarde de humildad.
-Es la verdad.
-La verdad no existe.
-¿De veras lo crees?
-¿Qué más da verdad o mentira? Mejor mentiras dulces que verdades amargas.
-Ese es tu punto de vista.
-Te recomiendo que disfrutes de las mentiras mientras puedas. Ojalá duraran por siempre.
-Siempre es mucho tiempo.
-¿Nada dura siempre, no?
-O tal vez sí, yo qué sé.
-Así que no lo sabes todo, ¿dónde tenías guardada tanta modestia?
-Todos tenemos dudas. Desconfía de quien no tenga ninguna. Probablemente mienta o esté equivocado.
-Descuida, ya tengo la vacuna contra sectas y predicadores. Tuve una educación religiosa. Eso sí que es una gran mentira.
-En cierto modo, claro.
-¿En cierto modo? ¿Cómo puede haber gente que siga creyendo en esas bobadas? Es completamente absurdo. No es más que una estafa, un negocio.
-Ya, yo también pasé por esa fase.
-Que ya pasaste por ¿esa fase? Odio esa expresión. No te das cuenta de lo presuntuoso que suena. Es como, oh, bueno, yo ya estoy por encima de esto, ya aprenderás.
-Es la verdad.
-Y también odio esa moda de la sinceridad que sirve como excusa para decir cualquier cosa que a uno le venga en gana. Algunas cosas mejor ahorrárselas. Entre ellas la educación religiosa.
-Desde luego.
-¿Entonces a qué viene lo de la fase?
-¿Crees que las catedrales se sostienen también sobre mentiras?
-¿Y eso que tiene que ver? La mitad de los curas son pederastas. Y la otra mitad maricones. Más de la mitad, porque algunos son pederastas y maricones.
-Ya veo que no te fue bien en el colegio.
-No se puede decir que no aprendiera.
-Las mentiras se las lleva el viento. Nada dura mil años sin tener algo de cierto.
-¿Qué? ¿La bíblia? Pero no me hagas reír, si es un cuento para niños.
-También lo es caperucita roja.
-Exactamente. ¿Y?
-Pero encierra algunas lecciones valiosas.
-No creía que fueras tan moralista.
-Ni yo que pensaras que todos los lobos son igual de diferentes.
-La bíblia está llena de mentiras.
-Cierto. Y de verdades también.
-Creía que odiabas las mentiras.
-Y así es.
-Si todo está mezclado, mentiras y verdades no se puede distinguir una cosa de otra. La bíblia es una mierda.
-En la vida sucede exactamente igual, ¿no te parece?
-¿Qué quieres decir? ¿Que la bíblia es un reflejo de la vida? ¿Qué tontería es esa?
-Sólo digo que la escribieron personas. Es natural que así sea.
-No sé como te puede gustar eso.
-No he dicho que me guste.
-Seguro que te la has leído. ¿Te la has leído?
-En realidad no.
-Vaya, pero si es la palabra de Dios.
-¿Crees que no existe la verdad pero crees que existe Dios?
-Era tan sólo ironía. Eres tú el que cree en Dios.
-No, yo sólo creo en la verdad. No me gustan las mentiras.

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